El archipiélago canario es el punto con más biodiversidad de España, pues contiene más de la mitad de los endemismos del país. La insularidad, su cercanía al continente africano, su clima, y su carácter volcánico, son lo que dotan a este territorio de su singularidad natural.
Sin embargo, estas condiciones favorables para sus especies nativas también lo son para las que llegan de fuera y hacen que actualmente Canarias se enfrente a la amenaza silenciosa pero persistente de las especies invasoras.
¿Qué es una especie invasora y por qué son peligrosas?
Habitualmente, las especies que conviven en un territorio forman relaciones estables y crean un ecosistema en equilibrio. Los depredadores, los herbívoros, las plantas, los hongos, el suelo, el agua, el espacio… todo está conectado en una red de relaciones interdependientes. Por ejemplo, si hay zorros, los conejos se adaptan para ser más rápidos o, si hay cabras, las plantas evolucionan de forma estratégica para sobrevivir al ramoneo.
Si, inesperadamente, llega al ecosistema una especie de fuera, rompe los procesos ecológicos que lo sustentan. Puede que esta especie esté más capacitada que las autóctonas porque viene de un entorno donde hay más competencia. O puede tratarse de un depredador nuevo frente al que las especies del ecosistema no han desarrollado estrategias defensivas.
Pero las especies invasoras no sólo amenazan al entorno natural, también al ser humano. Muchas de ellas portan plagas y enfermedades y se consideran malas hierbas porque dañan los cultivos. También pueden causar alergias, ser tóxicas para el ganado o incluso provocar daños en infraestructuras. Por tanto, afectan al desarrollo económico, a la seguridad alimentaria y a la salud humana.
¿Por qué Canarias es especialmente vulnerable?
Las islas tienen unos ecosistemas especialmente vulnerables. Las poblaciones de las especies endémicas suelen ser reducidas y carecen de mecanismos de defensa. Por ejemplo, las cabras introducidas ponen en peligro a las plantas endémicas que no han desarrollado estrategias contra el ramoneo, pero esto no afecta a las introducidas.
A su vez, las islas no tienen grandes depredadores, por lo que animales nuevos como ratas, conejos o algunas serpientes, pueden formar plagas en poco tiempo y arrasar con todas las plantas endémicas. La desaparición de estas especies en el archipiélago supondría su extinción de todo el planeta.
El caso de Lanzarote
Dentro del Archipiélago Canario, Lanzarote no es ninguna excepción. Con una gran singularidad paisajística y una fuerte relevancia del sector turístico, las especies invasoras representan una grave amenaza para la conservación ambiental y su economía.
Por eso, se han hecho distintos estudios para tomar las acciones oportunas. En 2017, se contabilizaron un total de 59 especies de flora invasora en Lanzarote. Entre las más peligrosas, se encuentran:
-El rabogato: llegó desde el noreste de África y es muy resistente a la sequía y las altas temperaturas. Sobre todo, se expande por los bordes de las carreteras más concurridas.
-La vinagrera: se trata de una planta endémica de las islas más occidentales que se introdujo en el norte de Lanzarote como planta forrajera porque, mezclada con paja, hace que los animales den mejor leche.
-Pseudorlaya pumila: Se cree que fue introducida sin querer por windsurfistas o inmigrantes marroquíes que llegaban a la costa en pateras. Tiene una gran capacidad de dispersión y fue detectada por casualidad en 2010.
Revegetación
En los últimos años, la Consejería de Medio Ambiente del Cabildo de Lanzarote y otras entidades, han estado luchando por el control y la erradicación de las especies invasoras. En 2019, se recuperó el servicio de Gestión y eliminación de especies invasoras de Lanzarote.
En las cumbres de Famara, el principal punto de biodiversidad de Lanzarote y donde viven más de 400 especies endémicas, se está llevando a cabo un novedoso proyecto de revegetación del hábitat. Se han establecido parcelas experimentales en las que se están ensayando distintas metodologías para restaurar los hábitats áridos con plantas autóctonas.
Es un proyecto con un elevado compromiso científico y ciudadano. Entre sus objetivos se encuentra realizar ensayos experimentales sobre los microorganismos del suelo, las bacterias fijadoras de nitrógeno y los mejores métodos para evitar la erosión del suelo. Además, busca participación ciudadana, ya que la emergencia ambiental en la que se encuentra la isla requiere el compromiso de todos.