El Parque Nacional Kruger alberga la población de leones más grande del mundo. Sin embargo, estudios recientes demuestran que no es el animal más temido del parque, sino los humanos.
El Parque Nacional Kruger es la reserva de animales más grande de Sudáfrica y una de las primeras áreas protegidas de África. Además de una gran variedad de grandes mamíferos, cuenta con la población de leones más grande del mundo, aunque parece que no es la especie más temida, sino los propios seres humanos que, de manera ilegal, se dedica a la caza de los animales del parque.
Los cazadores locales suelen ir armados y acompañados de perros que ladran para conducir las presas hacia ellos. Al igual que los leones, los humanos que realizan este tipo de prácticas ilegales suelen matar a las presas en los puntos de agua.
Investigando la caza ilegal
Unos investigadores escondieron cerca de estos puntos de agua un altavoz y reprodujeron los siguientes sonidos: vocalizaciones de leones, perros de caza, disparos de arma y conversaciones tranquilas de humanos locales. Los resultados fueron muy contundentes: los animales salvajes mostraron el doble de probabilidades de correr y abandonar los puntos de agua con los humanos que con los leones. Sobre todo, fueron las vocalizaciones humanas lo que infundía más terror, incluso más que los disparos.
Esto fue así para todas las especies, incluidas jirafas, leopardos, hienas, cebras e incluso elefantes. Cuando estos últimos oyen el sonido de los leones, en vez de salir corriendo, se agrupan para proteger a los más pequeños y se enfrentan a estos depredadores. Sin embargo, cuando se trata de seres humanos, ni siquiera el gigante de la sabana puede evitar huir.
Los animales del Parque Nacional Kruger no son ninguna excepción. A lo largo de todo el globo, se han hecho estudios que han dado resultados similares: los animales salvajes temen a los humanos mucho más que a otros depredadores, incluso en áreas protegidas. Esto no es extraño si tenemos en cuenta que en todo el planeta la letalidad de los humanos es superior a la de cualquier otra especie. Somos el gran depredador.
El miedo a los humanos y sus consecuencias ecológicas
Los humanos no solo afectan a las poblaciones de animales con la caza, también con el miedo que infunden. Está ampliamente demostrado que el miedo a los humanos tiene un impacto en los ecosistemas. Entre otras cosas, modifica el movimiento de los animales, haciendo que no accedan a recursos valiosos. Como en el caso del experimento anterior, donde los animales abandonan las zonas de agua incluso en la época seca.
El miedo a los humanos reduce la tasa de natalidad de las poblaciones y causa una cascada en la cadena trófica, viéndose afectada incluso la vegetación.
Por ejemplo, un estudio llevado a cabo en las montañas Santa Cruz de California encontró que los pumas prefieren matar a sus presas lejos de los asentamientos humanos. Esto crea un refugio para los ciervos, que doblan su presencia en las zonas próximas a los humanos y, como consecuencia, la vegetación también cambia.
Implicaciones en el turismo de animales salvajes
Si los animales perciben a los humanos como una amenaza y cambian su comportamiento, debemos plantearnos hasta qué punto el turismo de animales salvajes puede afectar negativamente en la conservación.
En el estudio del Parque Nacional Kruger, la fauna salvaje no diferenciaba entre humanos benignos, como turistas, y cazadores. Por tanto, es posible que los turistas también tengan un efecto ecológico. Esto supone un dilema en países donde el turismo de naturaleza es un potente aliado de la conservación. Como explican diversos autores:
En países ricos, se han aplicado medidas de protección como el cierre de zonas y otras restricciones al turismo para minimizar la exposición de la fauna salvaje a los seres humanos con fines de conservación. Dichas restricciones plantean un dilema de gestión en las zonas protegidas, que dependen en gran medida de los ingresos de los turistas para su financiación.
No obstante, también se ve el lado positivo, ya que el hecho de que los rinocerontes huyeran y abandonaran los puntos de agua al oír a los humanos, demuestra que esta técnica podría utilizarse para disuadir a los rinocerontes de ocupar zonas en las que corren un mayor riesgo de caza furtiva.
Aún así, lo ideal sería que cesase la caza ilegal y, con el tiempo, los animales fuesen perdiendo el miedo a los humanos. En su visita a las islas galápagos durante el viaje del Beagle, Darwin se sorprendió al descubrir que se podía acercar a los pájaros sin que estos saliesen volando, y propuso que el miedo al hombre es un instinto adquirido. Existe la esperanza de que podamos cambiar nuestra relación con la naturaleza.