Te levantas por la mañana y te sientes triste. No te apetece hacer nada. Has perdido el apetito y un vacío emocional hace que tu cuerpo pese más de lo normal. Sales a trabajar o a estudiar y te rodeas de gente, pero no te puedes quitar esa sensación de aislamiento.
La mayoría de las personas nos hemos sentido así alguna vez. Es la soledad, la gran epidemia de nuestro tiempo.
¿Qué es la soledad?
La soledad es el sentimiento subjetivo de que nos falta compañía. Se da cuando hay un desajuste entre la cantidad y la calidad de las relaciones sociales que tenemos y las que deseamos.
No es lo mismo que el aislamiento social. Una persona puede irse a vivir en medio de la naturaleza, pasar semanas sin ver a un ser humano, y no sentirse solo porque ha buscado esa situación. En cambio, podemos estar todo el día rodeados de gente y sentir que nos falta algo. Tener este sentimiento de vez en cuando es normal, el problema viene cuando perdura en el tiempo de forma aguda.
Se han llevado a cabo numerosos estudios científicos que muestran las graves consecuencias de la soledad. Los seres humanos somos una especie que dependemos de un entorno social seguro para sobrevivir. Si sentimos que no tenemos ese entorno, entramos en un estado de hipervigilancia que altera nuestra fisiología y aumenta la mortalidad. De hecho, la soledad es tan perjudicial para la salud como la obesidad o el tabaquismo.
Hay muchas causas que pueden llevar a la soledad, como la pérdida de un ser querido, el cambio de residencia, la no aceptación en tu entorno o la discriminación. Lo que está claro, es que el modelo de sociedad en el que vivimos tiene una gran importancia, y nuestro modelo actual no es el ideal. Como explica la Dra. Sara Berbel Sánchez:
“En los últimos 150 años, la primacía del individuo respecto a la colectividad ha significado una menor interacción comunitaria y un mayor aislamiento. Ya no contamos con el apoyo de familias extensas, sino que creamos pequeñas familias nucleares. Y en el trabajo, los empleos liberales de oficina han sustituido las tareas cooperativas propias del campo o de la industria.”
En 2014, se hizo una encuesta en Europa para evaluar la soledad de los mayores de 15 años en los distintos países. Curiosamente, en países como Dinamarca o Noruega, donde tienen menos contacto social, el porcentaje de personas que se sienten solas es del 3%, mientras que en España, un país caracterizado por una cultura muy social, esta cifra es del 8,7%, superior a la media europea (7,1%).
Ante estos resultados, la ciudad de Barcelona decidió luchar contra la soledad.
Barcelona contra la soledad
Barcelona ha comenzado una Estrategia municipal contra la soledad 2020-2030 en la línea de los Objetivos del Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030. El primer paso ha sido conocer la magnitud del problema en la ciudad pero, ¿cómo se puede medir la soledad?
La información se obtiene mediante encuestas. Existen dos maneras de formular las preguntas: de manera directa o indirecta. La manera directa incorpora la palabra soledad, un ejemplo de pregunta sería: “¿Con qué frecuencia te sientes solo/a?”. Las preguntas indirectas se hacen sobre aspectos vinculados a la soledad y permiten captar a las personas que se sienten solas pero tienen un estigma al respecto. Son preguntas del tipo “¿con qué frecuencia sientes que te falta compañía?”
Los resultados de las preguntas directas indicaron que el 3’5% de la población barcelonesa se siente sola con frecuencia, pero este asciende hasta el 7’3% con las preguntas indirectas. Curiosamente, mediante respuestas directas los hombres expresan más el sentimiento de soledad que las mujeres, pero esto se revierte cuando se mide de manera indirecta.
En relación a la edad, tendemos a pensar que las personas mayores son las que sufren más la soledad. Sin embargo, los datos evidencian que son los jóvenes los que se sienten solos más a menudo. La seguridad económica y laboral protegen del sentimiento de soledad. Por lo tanto, los jóvenes desempleados que tampoco estudian son el grupo más vulnerable.
Una de las primeras medidas de Barcelona ha sido crear el Consejo Asesor Científico contra la Soledad (CACS), formado por científicos de diferentes disciplinas, para asesorar al ayuntamiento y sugerir actuaciones y proyectos contra la soledad. Se han propuesto las siguientes líneas estratégicas:
1. Sensibilizar y generar conocimiento sobre el impacto de la soledad en la ciudad y en el bienestar de las personas que la habitan.
2. Aportar recursos y servicios para prevenir, detectar y atender las situaciones de soledad.
3. Reestructurar la ciudad y sus ámbitos en espacios comunitarios para afrontar las situaciones de soledad.
4. Adaptar el funcionamiento de la organización municipal a los nuevos desafíos.
Se espera que con este plan la situación en la capital mejore. La soledad no es un problema individual, sino un problema social que nos concierne a todos y todas. Es la sociedad enferma la que genera personas solas.
“La única vacuna contra la soledad es la que nos permite darnos cuenta de que solo en la acción común podremos ser genuinamente nosotros. Además, la soledad no solo afecta al alma; también perjudica a los cuerpos. Es necesario que nos impliquemos en cuerpo y alma.” Francesc Núñez Mosteo.