El mundo está cada vez mejor, aunque no te lo creas

El mundo está cada vez mejor, aunque no te lo creas

Cualquiera lo diría viendo las noticias, y es que es normal que los noticieros muestren catástrofes y hechos extraordinarios, porque eso es lo noticiable, lo que no representa la vida común y rehúye de la normalidad.

Para comprobar cómo está mejorando la vida de toda la humanidad hay que fijarse en las estadísticas globales para percibir la evolución de los últimos años y décadas. Así aprecias cómo cada vez vivimos más, enfermamos menos, estamos más educados y nuestra sociedad es más segura y pacífica para todos.

Estos datos los puedes obtener de diferentes fuentes fiables, como Our World in Data, Gapminder o de organizaciones supranacionales como la ONU y la Unesco. Todas ellas se basan en datos objetivos recopilados en cada país, sin sesgos políticos ni inferencias oportunistas. Tan solo buscan conocer cómo es la realidad.

Así, al sumergirnos en esta maraña de datos, encontramos hechos esperables, como que la esperanza de vida cada vez es mayor, con Japón, Singapur y España a la cabeza, con 85,2 años en 2022.

Por supuesto hay países pobres, o, mejor dicho, parte de la población de ese país que vive en condiciones de pobreza, ya que en cualquier territorio hay tanto gente con altos ingresos como bajos, lo importante es conocer los porcentajes en cada tramo.

Debido a esta característica una buena forma de segmentar a la población es mediante cuántos dólares ganan al día, más que en países desarrollados y subdesarrollados. Con esta técnica nos encontramos con diferentes niveles, principalmente 4, que serían:

- Nivel 1: menos de $2 al día, pobreza extrema según la ONU

- Nivel 2: menos de $8 al día.

- Nivel 3: menos de $32 al día, clase media en China

- Nivel 4: menos de $124 al día, clase media en occidente

En países como China la mayoría de la población está en el nivel 3, siendo pobreza vivir en el nivel 2 o 1. En países occidentales, como España, la mayoría de la población está en el nivel 4, siendo pobreza estar en el nivel 3 o inferiores.

Con esta organización tenemos una visión más precisa de la realidad de cada país, pudiendo entender mejor su evolución en el tiempo y el nivel de vida que tiene. En el año 1800, aproximadamente el 85 por ciento de la humanidad vivía en el nivel 1, es decir, en la pobreza extrema. En todo el mundo, la gente simplemente no tenía comida suficiente.

Actualmente este porcentaje es del 7,4%, como muestra esta gráfica global:

Con todos los datos que hay para observar, estaría muy bien encontrar un meta dato que nos permitiera comprobar si la sociedad está haciendo que nuestra vida sea mejor. Algo así como resumir el poder económico de un país con el PIB, pero aplicado a la vida.

La suerte es que existe este indicador, y es el de mortalidad infantil, tal y como explica el Dr. Hans Rosling en su libro Factfulness. Los niños pequeños son muy frágiles, por lo que es un buen termómetro de la sociedad fijarse en este índice. Si en Malasia mueren solamente 14 de cada 1.000 niños, eso significa que otros 986 sobreviven.

Observando el índice de mortalidad infantil comprobamos que en todo el planeta se ha reducido drásticamente la mortalidad infantil de niños entre 0 y 5 años, pasando de un tremendo 50% en el siglo XIX, al 2 por 1.000 en países como España. Es curioso que países como Estados Unidos, con un mayor gasto sanitario que los países europeos, tenga un índice de mortalidad infantil del 5 por 1.000.

Este dato demuestra que tienen que mejorar la esperanza de vida de los niños recién nacidos con una sanidad más efectiva o mejores condiciones de vida.

Además de la economía y la sanidad, pilares de nuestra sociedad, también tenemos que fijarnos en el impacto al medio ambiente, con indicadores como el CO2 emitido a la atmósfera o el consumo de materiales por habitante.

Las emisiones de CO2 han aumentado en todos los países a lo largo del siglo XX y XXI, ya que mayores emisiones están relacionadas directamente con mejor calidad de vida, al haber más industria, transporte y recursos económicos para crear, desplazar y comprar materiales.

La esperanza viene al observar que los países con mayores emisiones, como Estados Unidos o los europeos, han estabilizado o incluso reducido sus emisiones en los últimos años al generar la energía de formas más sostenibles.

Sin duda, una buena señal, aunque hay que tener en cuenta que países que están en plena evolución, como China o India, siguen aumentando sus emisiones, estando cerca de llegar a un punto de estabilización en los próximos años.

En cuanto a la huella de materiales por habitantes, en los países occidentales ha habido una gran reducción a partir del 2005, pasando de 40 a 30 toneladas por habitante en Estados Unidos, coincidiendo con una mayor conciencia sostenible y un menor consumo de productos de un solo uso.

Esta es una tendencia que se observa en muchos otros países, y es que parece que se ha llegado a un tope en cuanto a uso de materiales por persona, consumiendo productos de mayor duración, reciclados, más sostenibles y menos demandantes de materias primas.

Con estos indicadores, uno se llena de esperanza sobre cómo estamos yendo a mejor como sociedad, con mejor salud y siendo más sostenibles. Por supuesto, queda mucho camino por recorrer, pero vamos en buena dirección.

Esta es la utilidad de los macro datos, conocer realmente qué está funcionando y qué no, para adoptar las medidas que permitan una mejor vida de los ciudadanos en todos los lugares del mundo. Sabemos cómo tener una sociedad más sostenible y democrática, solo tenemos que seguir trabajando en ello día a día.

Fuentes de datos: Gapminder 

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